Después de siglos de relativo aislamiento, Japón es en la actualidad un destino fascinante. La amabilidad de sus habitantes, la riqueza de su historia y la apacible belleza de sus templos, santuarios, jardines y rituales cotidianos no pueden dejar indiferente ni al más exigente de los viajeros. Este país de cerezos en flor, exquisitas ceremonias del té, geishas, samuráis, monjes budistas y teatro kabuki es el mismo donde proliferan también las más exclusivas boutiques, hoteles y restaurantes, los trenes más veloces del mundo y un extraordinario movimiento de vanguardia que abarca tanto el ámbito de la moda como la música rock. Es otras palabras, una nación que, a pesar de haber llegado a la modernidad directamente desde el feudalismo, ha logrado alcanzar un nivel de desarrollo científico y cultural que resulta admirable.
TOKIO
Tokio es la capital de Japón desde 1868 y se alza a orillas del río Sumida. Se originó de la antigua aldea pesquera de Edo, la cual se convirtió en el centro del poder del sogunato en el año 1590. Fue devastada completamente por el terremoto de 1923 y, más tarde, por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ha sido erigida de nuevo como una de las ciudades más vibrantes y modernas del mundo. Todos sus vecindarios dan testimonio de ello. Desde el exclusivo barrio de Ginza hasta el comercial y agitado Shinjuko, en Tokio se respira por todas partes la atmósfera y el ritmo inconfundible de una mega-metrópoli.
Al norte de Tokio se encuentra el tradicional distrito de Asakusa, antiguo corazón espiritual de la cultura Edo. El centro de la vida de este animado barrio sigue girando en torno al templo Senso-ji, conocido también popularmente como Asakusa Kannon. Es el más sagrado e importante de la ciudad. Tanto sus impresionantes estructuras como la gente que lo visita a diario resultan muy interesantes.
El Palacio Imperial de Japón se encuentra en el mismo centro de Tokio. Durante el período Edo era considerado el más grande del mundo, pero actualmente sólo se conserva su círculo interior. El emperador y su familia viven en él, y sólo se abre al público en Año Nuevo y el día del cumpleaños del emperador. Rodeado por un foso, el resto del recinto está formado por parques públicos.
Los parques y jardines urbanos son una de las maravillas más logradas de la cultura japonesa. El cuidadoso esmero con el que han sido diseñados y mantenidos los convierte en verdaderos remansos de paz en los cuales uno puede refugiarse del paso tan acelerado que caracteriza a las ciudades del país.
Las calles de Tokio, siempre repletas de gente y de febril actividad, son el mejor escenario para poder conocer la cultura de uno de los centros urbanos más poblados del mundo, con unos 35 millones de habitantes, de los cuales 22 millones se desplazan diariamente en sus 136 líneas de tren.
NIKKO
El sacerdote Shodo Shonin cruzó el río Daiya hacia el monte Nantai hace más de 1200 años con la intención de fundar el primer templo en Nikko. No tardó mucho tiempo para que el lugar se convirtiera en un famoso centro budista sintoísta. El jefe guerrero Tokugawa Ieyasu emplazó allí su futuro mausoleo Tosho-gu, en el cual dejó reflejado todo el poder y la riqueza de su clan. Nikko es desde entonces un símbolo de esplendor. A partir de ese momento, el complejo creció incorporando muchos otros monumentos, entre los que destaca el santuario Taiyuin-byo, que es el mausoleo del poderoso Tokugawa Iemitsu, el tercer sogún. El enorme complejo de Nikko ha sido declarado en su totalidad como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y es, sin duda, uno de los lugares más hermosos de Japón.
KAMAKURA
El interesante pueblo costero de Kamakura fue la capital administrativa de Japón de 1185 a 1333. Situado a menos de una hora de tren desde Tokio, es muy fácil llegar a él y vale la pena hacerlo. Cuenta con 19 santuarios sintoístas y 65 templos budistas, entre los que se hallan los dos monasterios zen más antiguos del país. Siempre ha sido muy frecuentado por escritores y artistas, por lo que tiene un ambiente bohemio. Uno de los lugares más populares entre los visitantes es el santuario Hachiman-gu. Para acceder a él se avanza entre dos estanques de nenúfares. No obstante, el monumento más visitado de Kamakura es la estatua de bronce al aire libre de Amida Buda, que es la segunda estatua de Buda más grande de Japón y data del año 1252. Sus proporciones están intencionalmente distorsionadas de manera que, vista de frente, parezca proporcionada.
KIOTO
La riqueza histórica y la fuerza espiritual de Kioto convierten a está ciudad en un verdadero arsenal de la cultura japonesa. No sería posible conocer Japón sin recorrer sus callejones y perderse en los alrededores de su antigua capital imperial. Fundada en 794, Kioto evolucionó como una fusión de diversas influencias: la de la corte imperial y la nobleza, la de los samuráis que introdujeron el budismo zen y la ceremonia del té, la de los mercaderes y tejedores de seda. No fue hasta el año 1869, durante el período Edo, que perdió su capitalidad, por lo que su impacto en la cultura de todo el país ha sido trascendental. La ciudad ha estado siempre íntimamente vinculada con la naturaleza que la envuelve. Limita con las montañas y muchos de sus más gloriosos jardines y templos se hallan en ellas o en la base de las mismas. Asimismo, el río Kamogawa que la atraviesa ha sido testigo y protagonista de cada una de sus glorias y desventuras.
El antiguo distrito de Gion, donde se encuentra el encantador barrio de las geishas, es uno de los exponentes más claros de lo que fue un día la cultura medieval de Japón. La intimidad de sus callejas y sus edificios de madera poseen una magia inigualable.
Las geishas son animadoras profesionales, cuyos conocimientos de las artes tradicionales, exquisitos modales y destreza verbal las han convertido desde el siglo XVII en un elemento esencial del universo de fantasías del hombre japonés. En la ciudad de Kioto, ellas prefieren llamarse geiko, que significa «hija de las artes». Las maiko son aprendizas de geisha y su vestimenta lleva un quimono interior con cuello bordado que cambian más tarde por uno blanco cuando se convierten en verdaderas geiko.
En la ciudad de Kioto existen más de mil templos y santuarios, muchos de los cuales han sido declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. La belleza y dimensiones de algunos de ellos sorprenden al visitante. A continuación ustedes podrán observar varios de los más renombrados.
A pesar de no poseer fortificaciones tan majestuosas como las de otros castillos japoneses, el Castillo de Nijo destaca de manera especial por la elaborada ornamentación de sus interiores y por sus llamados suelos de ruiseñor, diseñados para que al caminar la madera emitiera un sonido parecido al piar de los pájaros que permitiera sorprender a los intrusos. Construido como un símbolo del poderío del sogunato, fue precisamente en este castillo donde en 1867 el último sogún Tokugawa se rindió ante el emperador Meijí.
NARA
Nara se transformó en una de las ciudades más espléndidas de Asia muy poco después de su fundación en el año 710. Llegó a convertirse en el centro espiritual del budismo y en el destino más oriental de la Ruta de la Seda. Todavía hoy conserva muchas de sus antiguas edificaciones y constituye un verdadero remanso de paz. Por la ciudad merodean con total libertad más de mil doscientos ciervos sika, que son considerados allí mensajeros de los dioses. El más célebre de todos sus monumentos es el templo Todai-ji, que es Patrimonio de la Humanidad y además está considerado el edificio de madera más grande del mundo. El mismo alberga la famosa estatua del Gran Buda de Nara, que data del año 752, tiene 16 metros de altura y es la más grande de todo Japón.
Hasta aquí ha llegado nuestra visita a Japón. Espero que haya resultado del agrado de todos. Los dejaré con esta imagen del monte Fuji, uno de los símbolos de este hermoso país, visto desde el shinkansen, o tren-bala japonés, corriendo a toda velocidad.
Nos encontraremos de nuevo en algún otro destino para continuar este viaje que espero dure por mucho tiempo. Como siempre, muchas gracias por seguir mi blog.
Hasta muy pronto.